Los Presupuestos Generales del Estado para el
2015, tal como ya se venía anunciado desde el año pasado, comienzan a aflojar
el cinturón de los recortes gracias a la ¿supuesta recuperación de la economía
española o a la proximidad de las elecciones autonómicas?.
El Gobierno del
Partido Popular confiaba en llegar con las espaldas mejor cubiertas a estas
alturas de la legislatura, y con unos mejores resultados en su gestión
económica con los que avalar su campaña electoral. Pero la realidad no se puede
camuflar con cifras macroeconómicas con las que demostrar una incipiente
recuperación, tan débil que sólo las grandes fortunas, empresas multinacionales
y entidades financieras logran dar fe de ella. Incluso el ministro Montoro ha
terminado por reconocer ante los medios que la inmensa mayoría de la gente aún
no nota los efectos del cambio de ciclo de la economía que con tanto afán se
empeña en vender.
Puede que para él sea un descubrimiento lo
que todo el mundo palpa en la calle. El informe de la Fundación FOESA -también
presentado esta semana- lo corrobora. No sólo es preocupante el número de
personas en situación de necesidad que Cáritas está atendiendo, que ya supone
el 5% de la población española, y que no es más que la punta del iceberg de una
realidad subyacente muchísimo más sangrante. Lo realmente grave es que en este
periodo en el que afirman que la situación ha empezado a cambiar, el número de
pobres en España ha seguido aumentando y de manera considerable y la brecha
entre las personas más ricas y las más pobres ha ido aumentando.
Nos acercamos nuevamente al Día Internacional
para la Erradicación de la Pobreza (17 de octubre) y continuamos alzando
nuestras manos y nuestra voz junto a tantas organizaciones sociales que exigen poner la atención
y la acción de los gobiernos en la erradicación de la pobreza. Sí hay
alternativas, sí es posible crear riqueza poniendo el objetivo en la persona y
los Derechos Humanos, en la prosperidad compartida y en el bien común: #EstoSíesRiqueza. Esta ha
de ser la prioridad absoluta en las políticas. Y como no nos cansaremos de
repetir: acabar con la pobreza es una decisión política.