De
nuevo llega octubre y con él nuestra ya habitual mención a la Semana de movilización Contra la Pobreza
que organiza la Coordinadora de ONGd con motivo de la celebración el 17 de octubre del
Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.
Hasta hace unos años, en este día
nuestras miradas se dirigían hacia otros países: Asia, África, Sudamérica
centraban nuestra atención y exigíamos más ayuda de los gobiernos a la
cooperación al desarrollo, la condonación de la deuda externa, unas reglas de
comercio justas... había que ayudarles a salir del hambre y de la pobreza para
que pudieran alcanzar nuestro estado de "desarrollo".
Ahora decir "pobreza" nos
muestra rostros de nuestra propia casa, y nuestras demandas, aunque usen
distintos términos, siguen diciendo lo mismo: más inversión en servicios
básicos, que el dinero se destine a las necesidades de la sociedad y no a pagar
el rescate de los bancos, una economía centrada en las personas y no en los
beneficios...
Puede que urgidos por esta realidad tan
cercana corramos la tentación de olvidarnos de que las causas que están detrás
del empobrecimiento de aquellos y de estos son las mismas y todas pasan por la
falta de voluntad política en atajarlas.
El argumento de que estamos en "crisis"
y que todos hemos de apretarnos el cinturón choca con una realidad que ya era
evidente y escandalosa, pero que ahora se ha agudizado aún más. En España la diferencia entre
los extremos de la distribución de la renta, confirma la mejora relativa de los
hogares más ricos y el drástico
empeoramiento de los hogares más pobres.
Pero
tal vez lo podemos ver más claro a nivel mundial donde las 300 mayores fortunas del mundo acumulan
más riqueza que los 3.000 millones de pobres.
Es necesario un cambio en las
prioridades políticas. Los gobiernos no pueden seguir haciendo caso al interés
de unos pocos.
Nuestra voz ha de ser escuchada
reivindicando el respeto a la dignidad de la persona, la garantía de los
Derechos Humanos y la erradicación de la pobreza en el mundo.
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